Anton Arkhipov nació (1964) y creció en Moscú. Pertenece a una familia descendiente de varias generaciones de artistas. Su padre pintor del estilo áspero de los 50' -70`, su madre, Tatiana Vtorova, un artista impresionista, desciende de una famosa dinastía de artistas rusos, escultores, y arquitectos como A. Benua, E. Lancere, Z. Serebryakova. Se crió en un ambiente artístico donde eran representadas diversas escuelas y tendencias. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes Surikov en Moscú. Fue empapándose y fascinando con las influencias impresionistas de Van Gogh, Cezanne, Renoir, Claude Monet y de la vanguardia Rusa de los años 1920 y 30. Se graduó como uno de los mejores estudiantes de su clase. A raíz de sus trabajos de restauración de iconos religiosos, frescos y murales en Iglesias en los cuales trataba de exponer su propia alma, comienza a ser reconocido en Europa. Anton, hoy en EE.UU, en una búsqueda constante en la evolución de la representación de la humanidad y su espíritu eterno sobre lienzo, esculturas de bronce y otras formas de medios de comunicación.
Anton Arkhipov habla de sí mismo: "He tenido la suerte suficiente de ganarme la vida con la pintura. Mi familia me ha inculcado valores, a los que adhiero: ser honesto conmigo mismo y nunca a un compromiso como artista. Trato de pintar como un niño, sin nada que demostrar y con esfuerzo y belleza honesta".
"La creatividad comienza cuando se cumple la supervivencia básica. Entramos en el reino de la creatividad a través del amor, a través de la celebración, a través de" Ser "con entusiasmo a una vida plena… Abrazar la vida nos hace libres".
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